Expresar nuestras opiniones, necesidades y sentimientos de manera clara y directa, sin menospreciar ni dañar a los demás.
Esta definición de la asertividad parece el santo grial de la comunicación, ¿no? No lo es, pero sí funciona como un elemento vital. A diferencia de la pasividad, donde una persona puede reprimir sus opiniones para evitar confrontaciones, la asertividad busca un equilibrio en el cual se respeta tanto a uno mismo como a los demás.
La asertividad contrasta con la agresividad, que impone las propias opiniones y deseos de manera insensible y desconsiderada, causando tensión y conflicto. Cuando la asertividad se basa en el respeto mutuo y la honestidad, facilita las relaciones, haciéndolas más saludables y efectivas. La clave de la asertividad reside en la capacidad de abordar temas difíciles y de expresar desacuerdos sin recurrir a conductas defensivas o agresivas.
Alrededor de la asertividad gravitan conceptos claves como la autoafirmación, la empatía y la escucha activa. La autoafirmación implica el reconocimiento y la defensa de los propios derechos y necesidades. La empatía, por otro lado, refiere a la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de los demás, lo cual es vital para una comunicación efectiva. La escucha activa se refiere a prestar plena atención a la otra persona, no solo a sus palabras, sino también a sus sentimientos y preocupaciones.
Llenar nuestros espacios con una comunicación efectiva trae múltiples beneficios. Por ejemplo, en un entorno laboral, los empleados asertivos son capaces de fortalecer la consecución de objetivos al saber expresar sus límites o inquietudes de manera clara. En el ámbito personal, la asertividad permite manejar desacuerdos y expresar afectos sincera y respetuosamente.
Miedo al rechazo: el enemigo de la asertividad
El miedo al rechazo, desde una perspectiva psicológica, puede estar vinculado a experiencias pasadas de desaprobación o castigo por disentir de opiniones mayoritarias. Esta situación podría catalogarse como el obstáculo más significativo para la asertividad. La sensación de ser rechazado está profundamente arraigada en nuestra psicología y puede afectar nuestra autoestima y seguridad.
La gran fortaleza del miedo al rechazo es algo que comparte con las experiencias negativas: puede formar patrones en el comportamiento que luego deben ser identificados y trabajados. Por ejemplo, sentimientos de vulnerabilidad y temor se manifiestan al anticipar la posibilidad de ser malinterpretado o desaprobado, lo que limita nuestra habilidad para ser asertivos.
También se deben tomar en cuenta las normas y expectativas culturales del lugar en el que habitamos. Que los grupos con los que interactuamos nos acepten es una parte crucial de la vida en sociedad. Perder esa aceptación puede significar mayor vulnerabilidad social, por lo que expresar opiniones divergentes se convierte en un desafío incómodo. La presión social para adaptarse y no causar conflictos puede silenciar voces importantes y limitar el crecimiento personal y profesional.
Estudios realizados en psicología social confirman que el miedo al rechazo es una barrera significativa para la asertividad. Investigaciones han demostrado que personas con alta ansiedad social tienden a evitar la asertividad debido a su temor a ser rechazadas o evaluadas negativamente. Las teorías de la autoafirmación explican que las personas buscan mantener una imagen positiva de sí mismas y, temiendo el rechazo, optan por la complacencia y la evitación.
¿Cómo superar el miedo al rechazo?
Superar el miedo al rechazo requiere de estrategias efectivas y un enfoque consciente en la comunicación asertiva. Una técnica clave es el uso de mensajes ‘yo’, que permiten expresar sentimientos y necesidades de manera respetuosa. Por ejemplo, en lugar de decir «Siempre llegas tarde», es más efectivo expresar «Yo me siento frustrado cuando no llegas a tiempo».
La escucha activa es otra herramienta fundamental para la comunicación asertiva. Consiste en prestar plena atención a lo que la otra persona dice, mostrando interés y comprensión. Esta técnica no solo facilita la resolución de conflictos, sino que también promueve un diálogo más abierto y respetuoso. Practicar la escucha activa puede incluir repetir o parafrasear lo que la otra persona ha dicho para asegurar que se ha entendido correctamente.
El manejo de las críticas es igualmente esencial para desarrollar la asertividad. En lugar de reaccionar defensivamente ante una crítica, es útil tomarse un momento para analizarla objetivamente. Responder de manera calmada y agradecida cuando la crítica es constructiva puede mejorar tanto las relaciones personales como profesionales. Si la crítica no es constructiva, responder con asertividad pero sin agresión es clave, utilizando frases como: «Agradezco tu opinión, pero no estoy de acuerdo y prefiero discutirlo más a fondo».
Ejercicios concretos pueden fortalecer estas habilidades. Por ejemplo, practicar hablar frente a un espejo o con un amigo de confianza puede incrementar la auto-confianza. Además, llevar un diario donde se anoten situaciones cotidianas y se reflexione sobre cómo se podría haber respondido de manera más asertiva puede ser muy útil.
Implementar estrategias como estas en situaciones cotidianas permite aumentar la confianza y mejorar la asertividad. Con el tiempo, el miedo al rechazo disminuye, dando lugar a una comunicación más efectiva y relaciones interpersonales más saludables.
Comunicar respetuosamente, de manera clara, directa y considerada. Esa es la clave de la asertividad. En mis consultorías comunicacionales, la asertividad es un aspecto transversal sobre el cual se funda cualquier mensaje que necesites expresar. Si quieres conocer más de mi trabajo, te invito a visitarme aquí.
Puedes encontrar más información en:
Asertividad – Unidad de Salud Mental Pontificia Universidad Católica de Chile
La conducta asertiva como habilidad social – Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales España
Qué es la asertividad y cómo ser más asertivo – Habilidad Social